lunes, 7 de diciembre de 2015

4 DE DICIEMBRE. ¡VIVA ANDALUCIA, LIBRE!

 Ortega y Gasset, en su Teoría de Andalucía, reconoce la marcada personalidad de nuestra tierra cuando escribe:  “Andalucía, que no ha mostrado nunca pujos ni petulancias de particularismo; que no ha pretendido nunca ser un Estado aparte, es, de todas las regiones españolas, la que posee una cultura más radicalmente suya”.

 Cuando han pasado unos días del 4 de Diciembre de 2015. Ya han pasado 38 años de aquel día histórico del año 1.977, un año antes de que se promulgara nuestra Constitución del 78, día en el que casi dos millones de andaluces nos echamos a la calle para clamar contra una injusticia histórica que se intentaba perpetrar, nuevamente, contra Andalucía y otros pueblos de España. Aquel día, el pueblo andaluz desbordó a sus políticos y salió a la calle portando la bandera blanca y verde de Blas Infante. Fue emocionante ver esa bandera públicamente y portada por niños. Era un homenaje póstumo al padre de la patria andaluza, que no podía estar por haber sido asesinado por unos criminales intolerantes 41 años antes. Pero Don Blas Infante sí estaba allí, se sentía en todas partes, se escuchaba su respiración de incipiente democracia, su sangre injustamente derramada por el Ideal Andaluz, pero, sobretodo estaba presente en las solapas de sus compañeros andalucistas: Juan Álvarez Osorio, Emilio Lemos y Manuel Escobar, supervivientes de las Juntas Liberalistas que fundara Blas Infante.

 En todas las capitales y poblaciones importantes de Andalucía salieron a la calle y, como dato curioso, la segunda ciudad en la que mas ciudadanos salieron (250.000) fue Barcelona.

 Mientras escribo este articulo, se esta produciendo un debate en TV entre las 4 fuerzas políticas con mayores expectativas, a tenor de las encuestas, y he sentido vergüenza ajena escuchar al líder de Podemos, el politólogo Pablo Iglesias, decir que Andalucía el 4 de Diciembre del 77 decidió seguir unida a España. Esta es la talla política de los que se presentan como alternativa de futuro y que no tienen pudor en mostrar públicamente su analfabetismo histórico y político.

 Ha pasado el suficiente tiempo de aquellos acontecimientos como para que los que lo vivimos en primera persona, nos sintamos orgullosos de lo que iniciamos y, en segundo lugar, expliquemos a las nuevas generaciones que no se tomen frívolamente el esfuerzo, el sentimiento y el sacrificio de millones de andaluces para los que era un sueño poder expresar, en libertad, su anhelo de autogobierno y su orgullo de “ser andaluces”. De pertenecer a un pueblo milenario, mil veces invadido pero nunca conquistado, porque esta tierra y estas gentes han sabido conquistar a todos los pueblos y culturas que a lo largo de milenios han pasado por aquí. Hemos sido capaces de ir fusionando a cada una de las culturas, desde Tartésicos, Turdetanos, Romanos, Visigodos, Musulmanes, judíos, cristianos, etc. Hasta conformar una mezcla irrepetible. Por eso los andaluces decimos que en Andalucía nadie es extranjero, estamos acostumbrados a recibir a todo el mundo y nuestro “andalucismo” no es étnico ni excluyente. Al fin y al cabo, los nacionalismos excluyentes y ultraconservadores son demasiado jóvenes, apenas  del siglo XIX, mientras que el andalucismo universalista es milenario. Esos nacionalismos excluyentes no van a sobrevivir en el tiempo porque la humanidad se ha conformado por oleadas migratorias a lo largo de los millones de años de existencia del hombre sobre la tierra, en cambio Andalucía es milenaria y seguirá siendo tierra de acogida de personas, de culturas y de ideas, como siempre fuimos. Y no necesitamos demostrar “catetamente” nuestros caracteres diferenciadores, porque es justamente lo contrario, nosotros mostramos nuestra universalidad. Hemos aportado emperadores al mayor imperio de la antigüedad, pensadores y científicos de proyección mundial, poetas y artistas de talla internacional y todo lo hemos hecho con generosidad y naturalidad.

 Hoy, que se cuestiona nuestra Constitución y nuestro modelo de Estado, creo que es momento de reivindicar una manera de sentir y de ser, que es como nos identificamos los andaluces. Tenemos que estar orgullosos y ser capaces de extender al resto de España nuestra forma de vivir, porque no merece la pena vivir en el enfrentamiento irracional y permanente para fabricar diferencias artificiales entre los pueblos de España.

 “Andalucía por si, por España y la Humanidad” ¡cuánta grandeza en tan pocas palabras! Y que lección de generosidad y humildad. Así se comportan los pueblos grandes y las personas grandes.

 Quiero terminar este escrito con un pequeño homenaje a la persona que ha quedado unida por siempre a este día trascendental para Andalucía, José Manuel García Caparrós, aquel que se subió enarbolando la bandera blanca y verde para ponerla en el balcón de la Diputación de Málaga, porque el Presidente, a pesar de haber votado el Pleno a favor de ponerla, había decidido que no hondearía. Aquel que fue abatido por un disparo de la policía por defender a Andalucía, a su bandera y a su autonomía.

Luis Faraco Roldan


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