Hoy, 2 de junio de 2014, es un día histórico.
Ha abdicado el primer Rey Demócrata de la historia de España.
En momentos como este, se impone una mirada
atrás en el tiempo y, al margen de posturas o ideas, recordar los momentos históricos
que, por suerte, nos ha tocado vivir.
En 1.975 murió Franco, habiendo designado
heredero a título de Rey a Don Juan Carlos de Borbón, refrendado en un referéndum
de los de la época. Ese día yo tenía 16 años y ya llevaba tiempo participando
activamente en política. Coherentemente con mis ideas socialistas, me
manifestaba republicano y rupturista con el régimen anterior. Eran tiempos
grises pero alegres. No existía democracia pero el debate político era público
y efervescente, conscientes de que merecía la pena arriesgar para forzar
situaciones encaminadas a conseguir un régimen democrático de verdad. Por un
lado estaban los gerifaltes del régimen franquista, conocidos y por otro una
infinidad de grupúsculos políticos, desorganizados y sin lideres conocidos. De
entre todos destacaba el Partido Comunista, con unos líderes que habían
participado en la guerra civil (Santiago Carrillo, Dolores Ibarruri, Rafael
Alberti) y que llevaban 36 años en el exilio. Los socialistas estaban divididos
en varios grupos que se disputaban la legitimidad de unas siglas históricas,
tras las divisiones de los dos últimos congresos celebrados en Francia. En esos
congresos y con maniobras "dudosas" había salido una dirección joven
encabezada por los "sevillanos" y respaldada por los
"vascos" a los que se consideraban unos "muchachos"
ambiciosos pero sin historia. Finalmente decenas de grupos y siglas, sobretodo
de izquierda (PSP, LCR, ORT, PT, ER, etc) desde socialdemócratas, pasando por troskistas
hasta mahoistas.
A pesar de todo, sabíamos que nuestra
capacidad de influencia era mínima y que estábamos en manos de los herederos
del régimen. Temíamos que el nuevo Rey fuese una marioneta en manos de los
duros y cavernícolas. Aún así, como digo, el debate era ardiente, vehemente y
apasionante en una minoría con conciencia política.
Entre el 20-11-75 y el 16-5-77, día de las
primeras elecciones democráticas, pasaron 18 meses de vértigo político.
Conocimos a un nuevo político,
"designado" por el Rey de
nombre Adolfo Suarez que con apenas 40 años fue el encargado de presidir el
gobierno, el Rey apenas tenía 37 años y mas jóvenes aún eran Felipe y Guerra
(PSOE).
Quiero reconocer públicamente que en poco
tiempo pasamos de la desconfianza absoluta en el Rey a la duda, cuando nos prometía
que trabajaría para que España fuese un país democrático y moderno como el resto de Europa occidental, pero cuando el
viernes de la Semana Santa de 1.977 legalizó al Partido Comunista de España
para que no existiera ni un solo partido ilegal, tras la sorpresa inicial,
incluso la incredulidad, vino la alegría desbordada y todos los demócratas,
independientemente de nuestra ideología, lo celebramos. Este hombre, en el que
pocos confiábamos, se había ganado la confianza y el reconocimiento de todos.
Por fin, después de muchos años, íbamos a celebrar unas elecciones libres y
democráticas para elegir a nuestros representantes, para elaborar una
Constitución de todos y para todos. La imagen de La Pasionaria y Rafael Alberti
presidiendo la mesa de edad en la toma de posesión de los nuevos diputados era
todo un símbolo.
He creído de justicia recordar estos hechos,
aunque sea resumidamente, porque gran parte de los que ahora viven y se
manifiestan alegremente no vivieron aquellos tiempos oscuros de la transición
hacia la democracia. Y que conste que sigo sin tenerle simpatías a la corona
pero entiendo que le tenemos una deuda de gratitud por su papel fundamental en
que ahora disfrutemos de un régimen de libertades, que aunque no es perfecto,
es homologable a los de cualquier país avanzado de nuestro entorno.
Hoy día es fácil criticar y manifestarse
libremente, gracias a esa gente que sacrificaron ideología y sentimientos en
ara de un futuro en paz. Es triste que para algunos la figura del Rey se
reduzca a los últimos escándalos que han salpicado a la Casa Real y se ignore
por completo la enorme aportación que hizo en su momento.
Quiero terminar con unas palabras de Santiago
Carrillo, en sus memorias. Carrillo hace balance de la historia de España del
último siglo y elogia especialmente el papel del Rey Juan Carlos en la
Transición democrática, a quien se dirige directamente para afirmar: “si Don
Felipe reina como vos, será un buen rey”.
LUIS FARACO ROLDAN