jueves, 7 de enero de 2021

Donald Trump y el “Asalto a los Cielos” del Capitolio.

  Lo que ocurrió en la noche de ayer en EEUU supone un antes y después en el país con la democracia moderna más antigua del mundo.

  Desde 1776, salvo durante la Guerra de Secesión (1861-1865), nunca se había atentado de esta forma contra uno de los símbolos de la Democracia Norteamericana, el Capitolio, como se ha hecho en esta ocasión. Y lo que es peor, por unas hordas alentadas por el todavía presidente de los EEUU. Justamente el que tiene la obligación de garantizar y defender el sistema democrático, se convierte en su mayor amenaza al intentar provocar un “autogolpe” al mas puro estilo de Alberto Fujimori en el Perú de los años noventa.

  Esperemos que las Instituciones reaccionen con mayor fuerza a este golpe palaciego y siente ante la Justicia a los responsables de haber puesto en peligro la vida de cientos de miles de personas (hasta este momento se habla de cuatro muertos en los disturbios). Porque la Democracia se defiende haciendo que sus Poderes funcionen y haciendo que La Ley se aplique con moderación pero con firmeza independientemente de "a quien”.

  Ayer, en el Capitolio, se estaba ratificando el resultado de las Elecciones Presidenciales de Noviembre y estas hordas lo asaltaron. Esto no es baladí, ni casual, ni espontáneo. Esto estaba perfectamente planificado y financiado por los que se han beneficiado y pretenden seguir beneficiándose de una política “nacionalista” y “supremacista” con peligrosos tintes “populistas”. De esto debiéramos saber los españoles porque ya llevamos ocho años sufriendo un proceso idéntico y con los mismos ingredientes ideológicos.

  Otra cosa “no casual” es el simbolismo que se perseguía con el asalto. Desde el siglo XVIII todas las “Revoluciones” han buscado un símbolo “iniciático” que, revestido de espontaneidad y de participación del “pueblo”, supusiese el pistoletazo de salida al derribo del Régimen moribundo y el advenimiento del “Nuevo Mundo” o “Nuevo Orden".  La propia Revolución Americana tiene su inicio en El Motín del Té del 16 de diciembre de 1773 en Boston. Posteriormente, la Revolución Francesa se inicia con La Toma de la Bastilla (asalto a la cárcel de París). En Rusia, en octubre de 1917, el Asalto al Palacio de Invierno simboliza el inicio de la Revolución Comunista. Posteriormente, casi siempre, se ha buscado esa simbología de “asalto a los cielos”, como decían Pablo Iglesias y los suyos, aunque aquí el “asalto” lo disfrazaban con el eufemismo del “RODEA” (rodea el Congreso, rodea el Parlamento de Andalucía, con la inestimable ayuda y financiación de autobuses de Susana Diaz y el PSOE-A). Ya sabemos que el comunismo nunca jamás ha ganado unas elecciones libres en su historia, por eso se ha disfrazado de populismo, feminismo, ecologismo y varios “ismos” mas, para capitalizar la indignación de la gente, sobretodo de los jóvenes, y utilizar la demagogia para decir a cada uno aquello que quiere oír, aún a sabiendas de que no es realizable. A ellos les da lo mismo, con culpar a los otros (la casta, la burguesía, el capitalismo, la corona) salen del paso y a buscar otra indignación a la que dar cobertura.

 Desde la antigua democracia griega se sabe que la degradación de la democracia es la demagogia que desemboca en la OCLOCRACIA. Lo he dicho varias veces, pero voy a seguir diciéndolo las que hagan falta más. La oclocracia, para los griegos, era el “gobierno de muchedumbre” el “poder de la turba”, esa turba que vimos anoche asaltar el Capitolio y que aquí hemos visto varias veces en la Puerta del Sol o en las calles de Barcelona. Ellos, los griegos, sabían que la oclocracia era la degeneración de la democracia, igual que la monarquía podía degenerar en tiranía y la aristocracia en oligarquía. El término “oclocracia” fue acuñado por el historiador Polibio en el 200 a. C. (ya ha llovido en 2.200 años). Por eso tenemos que cuidar la democracia porque amparados en “la mayoría” o en “la gente” se nos impone “LA TIRANÍA DE LA MAYORÍA” o se apropian del pensamiento “de la gente” como ente abstracto y universal.

 Yo estoy seguro que la vieja Constitución americana y sus contrapesos de poderes van a acabar con esta crisis y que Trump será solo un mal recuerdo de lo que nunca debieron votar. Se que los representantes de los ciudadanos libremente elegidos sabrán estar a la altura de la Historia, como tantas veces, y dejando a un lado sus legítimos intereses partidistas, harán piña en torno al nuevo Presidente electo y apartarán para siempre a este Presidente que ha atentado contra todo el pueblo americano y contra todos los demócratas del mundo.

 “La democracia debe guardarse de dos excesos: el espíritu de desigualdad, que conduce a la aristocracia, y el espíritu de igualdad extrema, que la conduce al despotismo”. Montesquieu.

Luis Faraco Roldán.