Ya son todos viejos. Eso es
lo que tiene de malo enarbolar como fortaleza “el tiempo” o la carencia de él,
la juventud. Porque el tiempo pasa y nos deja sin fortalezas y con las
vergüenzas al aire.
Hay un dicho muy antiguo
que dice que “la juventud es una enfermedad que se cura con el tiempo”. Y en este país donde se jubilan a los
trabajadores con poco mas de 50 años, porque ya están viejos, imaginad lo poco
que dura joven un líder o una organización política.
Además, en solo un año de
experiencia de gobierno municipal o en cinco meses de experiencia
parlamentaria, hemos tenido tiempo de comprobar que todo era una mentira, “un
postureo”, que se dice ahora. Y no me refiero solo a Podemos, también a
Ciudadanos y, en parte, a la nueva dirección del PSOE que ha cometido un
“parricidio político” queriéndose desvincular de mas de 130 años de historia
(con luces y sombras, como corresponde a una vieja organización).
La primera carta de
presentación del partido morado fue catalogar, descalificando a todos, de
“casta”. Nos presentaban una organización alternativa y transversal (hay que
reconocerles la capacidad de buscar nombras sin decir nada), nacida de las
plazas y de la “indignación” del 15M. Quisieron aprovechar ese aire nuevo
juvenil y popular y hacer una mezcla con el “bolivarismo-iraní” financiados con
petrodólares de la empresa PDVSA y con dinero del ALBA chavista. Inicialmente
coló y arrastró a las urnas (hay que agradecérselo) a un enorme colectivo de
jóvenes y desencantados que se habían instalado en la abstención. Crearon, a
imagen y semejanza, de Venezuela “los círculos” (especie de asambleas) con
participación de gentes de cualquier procedencia. Pero pronto se descubrió la
mentira y la manipulación del sistema. Se daban de alta, con documentos falsos,
militantes y simpatizantes para votar por internet, manipulando de esta forma
el resultado “pseudodemocrático”. Se eligieron unos órganos directivos,
“nominados dedocráticamente” por el líder supremo. Pronto se dieron cuenta,
algunos, que esta nuevo Pablo, mas que Iglesias parecía Guerra. Y que el que se
movía no salía en la foto.
Tras las elecciones del
20D, pudimos ver al líder supremo autoproclamarse vicepresidente del gobierno y
“nombrar” a sus ministros en ese gobierno. Y, para sorpresa general, ninguno de
los ministerios “ocupados” tenia carácter social. Su pretensión era controlar
el ejercito, la policía, la guardia civil, los espías, etc.… nada de creación
de puestos de trabajo, educación, sanidad, mujer y demás “ministerios marías”.
El otro partido “nuevo”
(Ciudadanos) mas de lo mismo y peor. Criticaban a todo el mundo que
“antepusieran los sillones al programa” y lo primero que plantea, como “línea
roja” es que Rajoy (ganador de las elecciones) tiene que abandonar el sillón.
Planteaban que propiciarían que gobernase la lista mas votada y, en una noche,
firman un “pacto de perdedores” entre el segundo y el cuarto partido en esas
elecciones y, patéticamente enfadado, porque el primero y el tercero no
respaldaban ese acuerdo para que ellos ocupasen los sillones. O son muy rápidos
negociando y transcribiendo o el pacto estaba ya redactado por alguien y solo
había que escenificar el abrazo y la firma.
Hay un quinto partido
protagonista en esta historia de viejos y jóvenes, el Partido Comunista (con su
franquicia IU). Curiosamente dirigido por un “joven político” de nombre Garzón
(muchacho en francés). Este va a pasar a la historia por haber “pulverizado”
una organización política, referente en los libros de historia, por su pragmatismo
durante la “transición política”. Yo les recomendaría que volvieran a escuchar
aquellos mítines de 1.977, en los que Carrillo, Pasionaria, Alberti, Tamames,
Sartorius, Sánchez Montero o, el onubense, Francisco Romero Marín nos dieron una
lección de política “nueva”, de superación de viejos clichés, de integración
transversal. Recuerdo personalmente un mitin del PCE, mientras intervenía
Santiago Carrillo, unos jóvenes sacaron una enorme bandera republicana, entre
grandes aplausos de los asistentes. Santiago interrumpió su discurso para
decir: “ningún trapo morado merece la sangre de un solo español mas”. Se hizo
un silencio sepulcral y desapareció la bandera.
Los pueblos, a veces,
tienen la suerte de disfrutar de lideres que los guían a destinos triunfantes y
otras veces, como ahora, tenemos unos “peleles” prefabricados por los medios de
comunicación y por los poderes facticos, de uno y otro signos, que cuanto mas
maleables y menos formados estén, mejor. De esa forma son mas fácilmente utilizables
para los fines espurios que persiguen sus creadores y financiadores.
El 26J ha sido el día de
las elecciones del “fin de la inocencia”. Ni Podemos podía llegar mas alto, ni
España caer mas bajo. A partir de ahora, solo podemos subir. Hemos tocado fondo
en casi todo: en economía, en moralidad, en corrupción, en liderazgo.
Independientemente de lo que suceda, a la hora de formar nuevo
gobierno, hemos asistido al final de una época. En próximo comicios electorales
veremos caras nuevas en casi todos los partidos políticos. Al igual que
Sócrates, estos “jóvenes lideres”, están condenados a beber la cicuta, su
propia cicuta y desaparecer de la vida pública. No han estado a la altura de la
Historia, nadie los recordará en poco tiempo. “Sonrían ustedes”, no perdemos
nada, solo nos queda ganar, a todos.