En el día de ayer recibí una de
las más gratas noticias de los últimos tiempos. Después de 39 años de trabajo
ininterrumpido ha llegado la hora de "pasar a mejor vida", de
jubilarme. En estos momentos de alegría y satisfacción plena, por haber
culminado una carrera profesional absolutamente vocacional, se me acumulan los
recuerdos, sobretodo los buenos y los agradecimientos. Porque para culminar
"una vida" de esta forma ha sido necesaria la participación de muchas
personas a las que quisiera en estos momentos abrazar, si fuera posible. Pero
el tiempo es inexorable.
Recuerdo, como si fuera ayer,
aquel sábado del mes de marzo de 1975, yo tenía 15 años y trabajaba los fines
de semana con mi padre. Ese día estábamos trabajando en el palacio de Noguera y
quiso la casualidad que mi tío Diego Sánchez anduviese por esos lares cortando
madera. Él fue quien me dijo que ese día había un examen para contratar a un
"botones" en Banesto. Yo estudiaba en Huelva y ni sabía que existiera
Banesto en Almonte. Me trajo y habló por mí con el Director y me examiné, junto
con 11 personas de Almonte. Posteriormente, el 19 de Mayo (lunes del Roció),
estaba vendiendo medallas cuando me comunicaron que al día siguiente a las 8 de
la mañana tenía que estar en Madrid para examinarme de nuevo. Recuerdo a mi
padre hablando con la Hermandad de Madrid para irnos en el autobús que salía en
cuanto se recogiera la Virgen. El día 16 de Junio de 1975 fue mi primer día de
trabajo. Aún recuerdo los nervios y la emoción. Han sido 38 años en Banesto y 1
en Banco Santander y han pasado volando.
Quiero dar las
gracias a todos y cada uno de los compañeros con los que he trabajado, de todos
he aprendido. He sido un privilegiado, por haber podido desarrollarme personal
y profesionalmente y haber pasado por todos los escalafones de mi empresa.
Durante más de 20 años he sido director de las principales oficinas de Huelva y
puedo decir, con satisfacción, que en todas he dejado "amigos" tanto
entre los "compañeros" como entre los clientes. En todo momento he
tratado de "humanizar" esta profesión tan vilipendiada últimamente,
por razones ajenas a los profesionales que cada día tienen que desempeñar su
trabajo.
Bueno, al margen de añoranzas y
recuerdos, ha llegado el momento de reorientar el resto de mi vida. Soy joven,
muy joven, más de lo que dice mi D.N.I. y
a partir de ahora voy a disponer de 24 horas al día para mí y mis aficiones,
para todo aquello que ahora tenía que hacer a deshoras, en fines de semana, a prisa
y corriendo.
A los jóvenes, que tienen que
tomarnos el relevo, le exijo valor, rebeldía pero también compromiso y
responsabilidad. De lo que seamos capaces de hacer hoy dependerá el futuro de
nuestra sociedad. Hay que soñar con lo imposible para conseguir lo difícil.
Bueno, como veis, me despido pero
no me voy. Hasta siempre.
LUIS FARACO ROLDÁN