Tenemos un gobierno, por llamarlo de alguna manera, que no está para gobernar y, bastante menos, para mejorar la vida de los ciudadanos.
Desde que Pedro Sánchez accedió a la presidencia y especialmente después el “abrazo de Vergara” con Pablo Iglesias, tras las elecciones de 2019, en cuya campaña aseguró que ni él ni los ciudadanos podrían dormir tranquilos con Podemos formando parte de un gobierno de España, el PSOE y Pedro Sánchez se han dedicado a “sus negocios” y han dejado en manos de los de Podemos, ahora SUMAR, las decisiones de política social. Y en ese marco se incardina la vigente Ley de Vivienda, 12/2023 de 24 de mayo.
Bien, la justificación o “excusa” para la aprobación de esta Ley era la de proteger a los inquilinos de las “subidas salvajes” de los precios de los alquileres y “proteger a los, denominados, vulnerables” de los desahucios.
Frente a estos “deseos” de los políticos populistas y los “sin ideas”, que les hacen seguidismo, por miedo a que los etiqueten de “fascistas”, la realidad del mercado es bien “tozuda”. Desde abril de 2023, antes de la entrada en vigor de la Ley, hasta septiembre de 2024, los precios del alquiler se han incrementado, de media en España, un 15,93%, lo que demuestra que frente a ”los deseos” de nuestros legisladores, la realidad y el mercado han dictado sentencia “desfavorable”, demostrándo que esta Ley, como cualquier “Ley intervencionista”, conduce inevitablemente a lo contrario de lo que pretenden.
Lo que no es fácil de justificar es que, haciendo 107 años del Golpe de Estado en Rusia contra el gobierno de los “socialistas” de Kérenski, y habiéndose comprobado desde entonces, en todos los países donde se han aplicado las leyes comunistas, que siempre han conducido al fracaso estrepitoso, a la pobreza y a la indignidad, se sigan aplicando en un afán por no reconocer la realidad de cómo funcionan los mercados.
Si se interviene en la libre circulación de mercancías y se trata de alterar la “Ley de la oferta y la demanda”, automáticamente se provoca la “temida escasez” y, consecuentemente, la aplicación “salvaje” de esa Ley que todos los comunistas odian y creen poder dominar, con su simple deseo. Al haber escasez de oferta, se incrementa la “demanda” y, por lo tanto, aumentan los precios de forma geométrica, provocando, además, otro efecto perverso para la economía en general y, de forma dramática, para los más desfavorecidos, la INFLACIÓN, que no es más que el IMPUESTO A LOS POBRES, ya que al subir los precios de los productos y servicios, aumentan los impuestos indirectos, como el IVA, y es el Estado el máximo beneficiario, al aumentar la recaudación que pagan los más pobres, que conforman el 95% de los consumidores de esos productos y servicios básicos. Y ya sabemos lo que hace el Estado con el aumento de recaudación fiscal, disparar el “gasto corriente”, que es el consumo de las administraciones públicas, con lo que vuelve a incrementarse, más aún, la demanda y consecuentemente la inflación, en un “círculo vicioso sin fin”. Un ejemplo claro de esto lo hemos visto en los últimos 25 años en la rica Argentina, donde se han aplicado esas políticas económicas “populistas” para atraerse el voto de las clases “populares” y con ese mismo voto, han acabado con la “poderosa clase media” que existía, volviéndolos pobres en su inmensa mayoría. Ahora, las políticas “Liberales” están tratando de invertir esa serpiente inflacionaria y empobrecedora, con políticas traumáticas, tanto en lo económico como en lo social, diciéndole a los argentinos que “tienen que trabajar y duro” si quieren salir de la pobreza extrema en la que los “peronistas de izquierdas” los han hundido. Solo así, con trabajo y sacrificio y recuperando el funcionamiento “normal y libre” de la economía podrán recuperar, dentro de décadas, el “círculo virtuoso” que le correspondería a un país rico en materias primas y en naturaleza. Pero, de nuevo, el peor enemigo del pueblo argentino va a ser “el pueblo argentino” y sus discursos “populistas y falsos” que siempre proponen “soluciones fáciles” a “problemas difíciles”, y eso es sencillamente mentira.
Siguiendo con nuestra “Ley de vivienda 2023” a propuesta de Podemos y respaldada por la “Coalición Frankenstein”, lleva un “mensaje populista y falso”, como hemos descrito en el caso de la Argentina o de la Antigua Unión Soviética, y es la protección de “los vulnerables”. A cualquiera que se le pregunte si está de acuerdo con esta protección, seguro que contesta afirmativamente. El problema está en la “trampa social” que encierra, ya que el Gobierno, en una dejación delictiva de sus funciones, hace recaer la culpa de la vulnerabilidad y, consecuentemente, su “compensación” en los ciudadanos que no comulgan con “sus ideas de falsos Mesías” y que han dedicado su vida al estudio, el trabajo y el ahorro, como forma de preservar su Libertad e Independencia frente a cualquier “cantamañanas” que aparezca con un discurso falso, prometiendo un futuro de riquezas, SIN NECESIDAD DE TRABAJAR NI ESFORZARSE.
Esa es la Ley que nos han impuesto, la ley que algunos se creían que les iba a solucionar su futuro “habitacional”, sin saber que solamente estaban protegiendo a “los actuales inquilinos” a cambio de sacrificar para siempre el futuro de los jóvenes y futuros inquilinos. Efectivamente han legislado para hacer imposible el desalojo de los inquilinos morosos, a los que, como hemos visto este fin de semana en Madrid, jalean y aplauden su “amenaza de huelga de inquilinos”, para que todos dejen de pagar, creando un problema social y, lo que es peor, un enfrentamiento entre los propios ciudadanos, a los que abocan a la violencia para defender su “derecho a la propiedad” garantizado en nuestra y en cualquier Constitución Democrática, vigentes tras las Revoluciones de los siglos XVII, XVIII y XIX, que tanta sangre costó para acabar con los Privilegios del Antiguo Régimen. Hoy día, esos privilegios o superiores los detenta la “Clase Política” de muchos países con poca conciencia democrática, entre los que esta España.
El “garante” de los derechos ciudadanos tiene que ser El Estado y su poder Ejecutivo, el Gobierno. Y, además, sin demagogia vacía, lo tiene fácil, que para eso tienen miles y miles de asesores bien pagados. Si quieren “intervenir” en el mercado de la Vivienda, lo pueden hacer, conociendo como conocen su funcionamiento. Para bajar el precio de los alquileres, no hay que intervenir en el mercado, limitando los precios por Ley. Eso ya se ha visto que conduce a lo contrario, al encarecimiento salvaje. Si quieren que bajen los alquileres tienen que propiciar el aumento de la oferta de viviendas y lo pueden hacer fácilmente, por dos vías. Por un lado, cuidando a los poseedores de esas viviendas para que no tengan miedo a ponerlas en el mercado, por culpa de unas Leyes que “convierten en vulnerables e indefensos” a los propietarios, al legislar “siempre” en favor de “okupas e inquiokupas”. Pero tienen un arma mucho más poderosa, el Estado puede destinar a la construcción de viviendas para el alquiler ingentes cantidades de dinero que revierten al propio Estado en un altísimo porcentaje. El Estado crearía de esa forma una enorme cantidad de puestos de trabajo, disminuyendo el número de parados y el gastos en subsidios de paro, por el contrario, recaudaría el IRPF de esos trabajadores activos, además del IVA de todos los materiales y servicios empleados en la construcción de esas viviendas de alquiler.
La otra pata del mercado inmobiliario, el precio de adquisición de la vivienda, ídem de lo mismo, construya el Estado viviendas sociales, aumentando de esa forma LA OFERTA y contribuyendo a la bajada de los precios, en un mercado libre, regido por la oferta y la demanda.
Esto sería hacer las cosas bien, pensando exclusivamente en los ciudadanos, el problema es que tenemos un gobierno que solo piensa en él, en crear crispación y enfrentamiento social que propicie “el voto del resentimiento” que, en principio, beneficia a la izquierda extrema, que ha fracasado en todo el mundo.
Denís Diderot, el enciclopedista francés decía: “¡Cuidado con el tipo que habla de poner las cosas en orden!. Poner las cosas en orden siempre significa poner a otras personas bajo su control”.
LUIS FARACO ROLDÁN.